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Botswana, de superficie similar a la de Francia, sólo es habitado por dos millones de personas. Por tanto la fauna salvaje, beneficiada por una escasa presencia humana y un desarrollo turístico sostenible, campa a sus anchas por sus desiertos, pantanales, sábanas y salinas.

Tiene monumentos de milenios de antigüedad ubicados junto al fértil valle del río Nilo, incluidas las colosales pirámides de Guiza y la Gran Esfinge, al igual que las tumbas del Valle de los Reyes y el Templo de Karnak bordeado de jeroglíficos en Luxor.

Etiopía, en el Cuerno de África, es un escabroso país sin litoral dividido por el Gran Valle del Rift. Con hallazgos arqueológicos de más de 3 millones de años de antigüedad, es un lugar de cultura ancestral.

Kenia, un país donde los leones, leopardos, elefantes y búfalos vagan libremente por las sabanas, el motivo principal por el cual los viajes de safari a este país son los más cotizados.

Un país que se distingue por las influencias culturales bereberes, árabes y europeas. Desde pasear por sus laberínticas medinas hasta dormir en el desierto. Descubre todo lo que no te puedes perder en Marruecos.

El destino líder en viajes de safari y playa africano, ofrece hermosas costas blancas, reservas para explorar, escapadas románticas de buceo, nado con delfines, lunas de miel y visitas guiadas de alto nivel.

Su nombre proviene del desierto Namib (obviamente), uno de los desiertos más antiguos del mundo. Nadie sabe con exactitud qué edad tiene, los científicos han identificado que sus arenas rojizas han existido durante más de un millón de años.

Conocida como la Nación del Arcoíris, Sudáfrica tiene una pureza única. Su naturaleza y vida salvaje hacen que sea un destino que atrae por muchas razones a cualquier apasionado de los viajes.

Tanzania es famoso por sus extensas zonas de fauna salvaje. Estas incluyen las llanuras del parque nacional Serengueti y el parque nacional del Kilimanjaro, donde se ubica la montaña más alta de África.