Con su largo litoral (en realidad dos) y unas islas de corazón selvático fondeadas entre aguas azul celeste, Tailandia es la escapada tropical ideal tanto para los hedonistas como para los eremitas. Su oferta lúdica es realmente variada: surf en Ko Lipe, tiburones ballena en Ko Tao, acantilados en Krabi, kitesurf en Hua Hin, fiesta en Ko Phi-Phi, spas en Ko Samui y ambiente playero por doquier.
Los relucientes templos y budas dorados enmarcan tanto los entornos rústicos como los modernos. Las ancestrales higueras de Bengala se visten ceremoniosamente con telas sagradas para honrar a los espíritus residentes, pequeños altares adornan y protegen desde los hogares más humildes hasta los grandes centros comerciales.
Luego están los retiros de meditación de Chiang Mai, las fiestas religiosas del noreste, las cuevas-santuario de Kanchanaburi y Phetchaburi, y los templos cimeros del norte. Durante la estación de lluvias, el noreste (normalmente árido) deslumbra con los tonos esmeralda de los tiernos brotes del arroz que alfombran el territorio.